Permisología “a tu ti plein”

Permisología “a tu ti plein”

Recientemente me enfrenté ante una situación un tanto abrumadora.  Y es que, por vez primera, tomé valor para hacer una querella, en la policía de PR, en un momento de emergencia nacional.  Lo reconozco, no hay peor momento para hacer una querella de este tipo, que luego del paso de un huracán categoría cinco.  Aunque por un instante intenté pensar que la edad se estaba apoderando de mi tolerancia, tuve un momento de introspección en donde hice lo posible por buscar la raíz del problema, sin importar realmente de cuales pudieran ser los daños a los cuales estaba expuesto como consecuencia del ensordecedor ruido de una planta eléctrica “silenciosa”.

Las plantas eléctricas se han convertido en un verdadero dolor de cabeza, no solo para los que sufren las secuelas de los altos decibeles de ruido de estas, sino también para las autoridades, las cuales deben lidiar con las innumerables querellas que, a diario, reciben para solucionar o al menos mediar con esta molestia.

Pongamos como ejemplo el establecimiento de un “Home Care” en una zonificación residencial.  Podríamos pensar, ¿Qué falta de corazón puede tener un ciudadano para hacer que se le quite una planta eléctrica a un hogar de ancianos el cual, entre sus servicios están el proveer un tanque de oxígeno a algún paciente? Seriamente, sería algo aterrador solo de pensarlo.

Y es que, son muchísimos los problemas entre ciudadanos que ha traído consigo la convivencia y carencia de civismo, la cual ha sido puesta a prueba, ante la falta de un sistema de permisos pulcro y que abone a la convivencia entre los ciudadanos, al mismo tiempo que fomente el empresarismo, la auto gestión y el desarrollo económico.

Por mucho tiempo, la otorgación de permisos en Puerto Rico ha sido una altamente cuestionada, y es que a raíz de eventos como los que estamos atravesando, salen a la luz un mar de problemas que atentan plenamente con la seguridad y bienestar de todos los habitantes en la isla.  Carreteras inundadas, casas destruidas por derrumbes, deslizamientos de terrenos en lugares poblados, inundaciones en urbanizaciones, daños ambientales irreversibles y, sobre todo, los daños ocasionados a la sana convivencia como consecuencia de un favor político o peor aún por la corrupción administrativa.

Aunque no soy un perito en planificación territorial, el sentido común me lleva a pensar que todos estos problemas debieron ser considerados previo a la expedición de cualquier permiso.  Sin embargo, la realidad es una totalmente distinta, estamos ante un “berenjenal” administrativo que será muy complejo y costoso de corregir.  Ahora bien, de algo estamos seguros y es que queda al descubierto la pobre manera en que la Oficina de Gerencias y Permisos de Puerto Rico ha sido administrada por años.   Esto no es un problema que surgió de ayer para hoy, es uno que con el pasar del tiempo, ante la expedición desmedida de permisos y el beneficio de unos pocos para concretar sus sueños financieros, prefirieron tener ceguera selectiva sin considerar los aspectos ambientales y de zonificación que el proceso requiere.  Aunque no generalizamos, las historias de terror que los propios residentes de Puerto Rico tienen en cuanto a este tema son muchas, y en cada pueblo, al menos hay una.

En una ocasión no muy lejana, tuvimos un gobernador, que trató de hacer una operación fiscal sumamente compleja para enmendar errores que por décadas habían hecho sus predecesores, exactamente lo mismo que dicen todos.  Sin embargo, es de conocimiento público el resultado de esos esfuerzos.  Con ello aprendimos, no solamente, que el mundo no se hizo en un día, sino también que en un día podemos hacer cosas que nos tomará mucho tiempo para completar.

Este huracán María nos ha regalado un sinfín de oportunidades de desarrollo.  No estamos hablando de que sea una tarea fácil, más bien que podamos tener la capacidad de hacer; de “…emprender una reforma radical del sistema…”[1] una “reforma permanente”[2].  La prominente escritora y autora del libro “The Shock Doctrine” Naomi Klein, esbozó en dicha publicación “La Doctrina del Shock: el auge del capitalismo del desastre” y citando en varias ocasiones a Milton Friedman, donde entre otras cosas, a interpretación nuestra, exponía que el capitalismo toma ventaja de las crisis para introducir medidas antipáticas para el pueblo, exponía que según Friedman, para construir era necesario de-construir, o sea, comenzar desde cero y hacerlo bien.  A raíz de esa teoría y tras el paso del huracán Katrina por el sur de los Estados Unidos de América, muchos problemas y cambios salieron a la luz y se ejecutaron.  De este modo, el estado de Luisiana fue no solo reconstruido, sino también puesto en marcha con todos los aciertos y desaciertos que trajo consigo el proceso.

Para nuestra isla, es momento que más que repensar, debemos acatar.  En cuestión de permisos, muchas leyes en Puerto Rico han sido seriamente trastocadas judicialmente, por lo que, a mi entender, la ejecución de las leyes muchas veces dicta lo contrario a la intención del legislador. Esto levanta otros problemas donde la papa caliente se pasa entre cuerpos constitucionales, midiendo así fuerzas en la implementación de sus poderes, abonando de esta manera a la mala interpretación o aplicación de las leyes.  Es ahí donde comienza todo.

Pero, ¿Qué hacemos? ¿Dónde la justicia debe hacer su entrada magistral? ¿tendrá la capacidad el gobierno de PR de expedir permisos basados en la sana planificación?

Hoy en Puerto Rico se viven momentos muy difíciles, pero debemos ser capaces de enmendar errores de la mejor manera y poder así, entregar a futuras generaciones un lugar donde la convivencia sea parte de nuestro diario vivir y el desarrollo económico parte importante en el Puerto Rico del futuro, evitando de cualquier manera, la permisología “a tuti plein”.

 

[1] <<The Promise of Vouchers>>, Wall Street Journal, 5 de diciembre de 2005

[2] Ibidem

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